Después de recibir el diagnóstico de autismo en Daniel, y al darnos cuenta de que Saúl también tenía características a las que debíamos prestar atención, comenzó un proceso abrumador pero enriquecedor de aprendizaje. Los chicos empezaron a recibir terapias para mejorar su interacción con el entorno, su desarrollo sensorial y el lenguaje, mientras Mai y yo íbamos comprendiendo la razón de muchos de sus comportamientos y encontrábamos la mejor manera de acompañarlos en casa.
De ese proceso de formación, aprendizaje y también de duelo, nació Tea Trapé.
Siempre me gustó escribir poesía y, desde que mis hijos nacieron, también disfruto contarles historias, sobre todo aquellas en las que ellos son los protagonistas.
En una ocasión escribí un poema sobre la dificultad de Daniel para mantener el contacto visual; después otro sobre el esfuerzo de Saúl para tolerar texturas; luego uno más, y otro más, conforme iba comprendiendo a mis muchachos. Al final, terminé con un libro ilustrado de poesías sobre autismo.
Mai me animó a buscar una editorial interesada en publicarlo y, tras tocar algunas puertas, el libro fue recibido por la EUNED, una gran editorial nacional que lo acogió desde el inicio.